No me puedo creer el tiempo que llevo sin publicar. Casi me siento culpable. Es lo que tiene la vida del estudiante, para que luego digan que no hacemos nada. Diré en mi defensa, sin embargo, que he estado bastante activa vía Twitter, algo es algo.
Además, no sé por qué, pero parece que el mundo tiene la irritante costumbre de moverse y cambiar en esos precisos momentos en los que no tengo un momento para pararme y echarle un vistazo, a ver si todo sigue igual que ayer. Mmmm, la verdad es que se me amontonan los temas: terremoto en Japón, muerte de Bin Laden, liberación (¡por fin!) del fotoperiodista Manu Brabo, ilegalización y posterior relegalización de Bildu, el movimiento 15-M... Se me iban pasando los días entre apuntes y apuntes, y yo sufriendo por dentro por no poder sentarme y darle un poco a la tecla (me encanta esta expresión de Reverte) que es lo que a mí me gusta.
Pero este último revés electoral... eso no se puede dejar pasar así como así. Así que, aprovechando que los exámenes se han acabado y que no hay demasiadas ganas de estudiar para Selectividad (lo siento, es lo que hay), he decidido darme un gusto y desahogarme un poquito. En primer lugar voy a enlazar con el movimiento 15 de mayo. Creo que la palabra ALELUYA lo resume bastante bien. Increíble... ¡es que no hay palabras! La gente de la calle ha despertado, se ha cansado y simplemente ha dicho "hasta aquí". Y no me incluyo entre ellos eh, que conste. Porque yo estoy sentadita en mi sofá, y esa gente ha acampado en la Puerta del Sol. Hay que tenerlos bien puestos para aguantar allí acampado, ya me gustaría a mí ver a muchos. La verdad es que me siento un poco mal por no haber estado, así que para redimirme les dedico este breve espacio (ya veis, una forma bastante barata de calmar la conciencia). Durante bastantes días "#spanishrevolution" fue Trendy Topic en Twitter, "spain" se convirtíó en la palabra más buscada por los visitantes de la web del New York Times, a una corresponsal en asia sus amigos chinos le están preguntando por cómo se vive la situación aquí... Tengo que reconocer que nunca creí que una movilización así, espontánea, popular, apolítica, fuera posible; para empezar, porque la mayoría de los ciudadanos tenemos la moral por los suelos. Es realmente asombroso el coraje y las ganas que esos manifestantes han sacado de la nada. Creo que se merecen todo nuestro respeto y admiración. Los míos, por lo menos, los tienen.
Y en cuanto al resultado de las elecciones... qué queréis que os diga, para mí no ha sido una sorpresa. Y tampoco puedo decir que me dé pena; porque, la verdad, después de la nefasta gestión que el PSOE ha hecho de la crisis, no me parece que sean dignos de la confianza de los ciudadanos. Señores, esto se suponía un gobierno de "izquierdas", ¿no? Vamos con una pregunta fácil: ¿cuál es la prioridad de los partidos de izquierdas? Todo lo que este año me he metido de historia en el cerebro me empuja, inconsciente de mí, a contestar: ¿los trabajadores? Pero ¡NO! Estoy equivocada. No puede ser que tu prioridad sean los trabajadores y hayas quitado el subsidio de 420€ y tengas casi 5 millones de parados (creo que la cifra ronda los 4 910 000). O lo estás haciendo muy mal, o es que nos tenías engañados a todos y en realidad... ¡no eres un partido de izquierdas! (yo también, acabo de hacer la revelación del siglo...). Que no, que la gente está harta ya hombre, que no hay derecho, que queremos un gobierno que no se baje los pantalones ante la economía; nacional, internacional o la de mi pueblo, da lo mismo. Un gobierno que sea capaz de dar un puñetazo en la mesa si los empresarios se ponen tontos y empiezan a echar gente sin ton ni son, con indemnizaciones miserables (que esa es otra, está el despido en este país... más barato que el pan).
El PSOE, en mi opinión, no lo ha hecho bien y no se merecía ganar. Diría que la mayoría de los ciudadanos piensa como yo; pero no sé si sería correcto, porque al parecer, lo que piensan éstos es que el PP lo haría mejor. Y ahí me paro un poco... Por increíble que parezca (me sorprendo a mí misma) los resultados de estas elecciones me han dejado absolutamente indiferente. No me ha hecho especial ilusión que gane la derecha, entre otras cosas, porque no me fio mucho de su política social... (de hecho, me da rabia que la salida de una izquierda moderada e ineficiente tenga que pasar obligatoriamente por un giro a la derecha, en vez de otro más a la izquierda) pero lo que no se puede negar es que esto va a suponer un cambio, y sólo con el tiempo veremos si es para mejor o para peor. Si algo me ha enseñado la escasa experiencia del mundo que tengo, es que los prejuicios no son buenos consejeros. Creo sinceramente que deberíamos dejar a un lado el rechazo inicial "antiderechista" y esperar a ver cómo lo hacen, porque sólo entonces podremos juzgar con conocimiento de causa.
Pero, ¿sabéis qué? A lo mejor lo que hace falta es un movimiento como el del 15 de mayo, o una plataforma ciudadana, alguien que sepa realmente cómo es el mundo real, que conozca de cerca los problemas de la población. ¿Qué pasa, que entre todos los parados no hay economistas, abogados, historiadores... que tengan una mínima idea de cómo hay que gestionar un país? ¿Qué pasa, que los jóvenes no tenemos la capacidad de tomar decisiones coherentes? ¿No podemos concebir un gobierno que no sea del PPSOE? A veces me pregunto si es verdaderamente imposible que ciudadanos normales y corrientes dirijan un país. Lo que es seguro es que hasta que no lo intentemos, no lo sabremos.
martes, 24 de mayo de 2011
domingo, 13 de febrero de 2011
Chispas en la conciencia
Resulta agradable comprobar como el corazón del mundo sigue latiendo. Esperanzador. Quizá no se corresponda con la realidad; pero en los últimos tiempos, percibo como un estado de catatonia generalizada se va apoderando de todo lo que me rodea. De todo lo que nos rodea a todos, en realidad. La resignación, la cotidianidad, se extienden como una nube fría y gris; vorágines de palabras y construcciones enrevesadas esconden verdades que no es conveniente pronunciar; difuminan la línea que separa lo cierto de lo falso. Combatir al poder opresor es más difícil hoy que ayer, puesto que reside en la conciencia de cada uno, en nuestro interior, carcomiendo la poca individualidad y amor propio que aún nos queda.Vivimos constantemente una vida prometida, un futuro que nunca llega; y así, los sueños mantienen ocupada nuestra mente, impidiéndonos pensar. Soñar en vez de pensar, esa parece ser la premisa de nuestros días. Construimos continuos proyectos para futuros perfectos, mientras el presente se pudre en nuestras manos.
A veces, sin embargo, saltan pequeñas chispas que insuflan vida a este corazón marchito. Chispas que nos recuerdan que vivimos aquí y ahora. Me refiero a los acontecimientos que recientemente han sacudido el Magreb. Todo este rollo existencial podrá parecer, a muchos, un rodeo demasiado largo para llegar hasta aquí; hasta algo que, a fin de cuentas, no deja de ser un levantamiento popular, como los ha habido otros. No obstante, para mí, un producto de la estable y ordenada "sociedad occidental" (decir "país rico" o "Estado del bienestar" me parece poco más que un chiste en estos momentos), ha sido, de alguna manera, inspirador. He podido ver la soberanía nacional con mis propios ojos. Alguna vez, en clase, ha surgido la pregunta de "¿qué es el poder?". Ahora lo sé. El poder no es una caja, o un papel, o una butaca en algún despacho elegante. El poder llena las calles, grita, llora, tira piedras y se lleva palos; sufre, muerde y pelea; pasa hambre y miedo, escupe y se encara, se ensucia y salta vallas. Pueden pararlo, ahogarlo, sofocarlo, obligarlo a esconderse. Pero no pueden matarlo, no pueden extinguirlo o acabar con él; porque es eterno, es inmortal.
Esta revolución que está viviendo el Magreb, concretamente, los últimos hechos acaecidos en Egipto; desde mi punto de vista, han hecho que el corazón del mundo vuelva a latir con fuerza, que bombee oxígeno por todo el organismo, y así, que una repentina lucidez invada a la ciudadanía. Por lo menos, yo sí que me considero más consciente hoy que ayer. Consciente del poder del que formo parte, y de las responsabilidades que ello conlleva. Consciente de que el cambio es necesario, y de que éste no tiene por qué significar derramamiento de sangre. Consciente de que nadie va a traerme la libertad a casa, envuelta en papel de regalo, si no salgo a buscarla. Consciente de que los sueños del futuro hay que hacerlos realidad en el presente. ¿Y ustedes? ¿Son conscientes?
A veces, sin embargo, saltan pequeñas chispas que insuflan vida a este corazón marchito. Chispas que nos recuerdan que vivimos aquí y ahora. Me refiero a los acontecimientos que recientemente han sacudido el Magreb. Todo este rollo existencial podrá parecer, a muchos, un rodeo demasiado largo para llegar hasta aquí; hasta algo que, a fin de cuentas, no deja de ser un levantamiento popular, como los ha habido otros. No obstante, para mí, un producto de la estable y ordenada "sociedad occidental" (decir "país rico" o "Estado del bienestar" me parece poco más que un chiste en estos momentos), ha sido, de alguna manera, inspirador. He podido ver la soberanía nacional con mis propios ojos. Alguna vez, en clase, ha surgido la pregunta de "¿qué es el poder?". Ahora lo sé. El poder no es una caja, o un papel, o una butaca en algún despacho elegante. El poder llena las calles, grita, llora, tira piedras y se lleva palos; sufre, muerde y pelea; pasa hambre y miedo, escupe y se encara, se ensucia y salta vallas. Pueden pararlo, ahogarlo, sofocarlo, obligarlo a esconderse. Pero no pueden matarlo, no pueden extinguirlo o acabar con él; porque es eterno, es inmortal.
Esta revolución que está viviendo el Magreb, concretamente, los últimos hechos acaecidos en Egipto; desde mi punto de vista, han hecho que el corazón del mundo vuelva a latir con fuerza, que bombee oxígeno por todo el organismo, y así, que una repentina lucidez invada a la ciudadanía. Por lo menos, yo sí que me considero más consciente hoy que ayer. Consciente del poder del que formo parte, y de las responsabilidades que ello conlleva. Consciente de que el cambio es necesario, y de que éste no tiene por qué significar derramamiento de sangre. Consciente de que nadie va a traerme la libertad a casa, envuelta en papel de regalo, si no salgo a buscarla. Consciente de que los sueños del futuro hay que hacerlos realidad en el presente. ¿Y ustedes? ¿Son conscientes?
domingo, 2 de enero de 2011
Empezamos bien
Los balances de fin de año son engañosos. Aun a riesgo de parecer tontos, todos nosotros (yo incluida) seguimos manteniendo la esperanza de que el año venidero será mejor, y que seremos felices, y comeremos perdices, y aprobaremos la selectividad con un 10. Lo cual, por otra parte, es perfectamente natural, ya que si vamos a ponernos pesimistas un 1 de enero, pues ya podemos ir pegándonos un tiro y terminamos antes. Por eso digo que los balances de fin de año son engañosos. Porque, o bien son muy positivos, para subirnos la moral (no podría decir cuántas veces he visto en la tele la recapitulación del brillante año que nos ha dejado el deporte español, por ejemplo); o bien son muy negativos, para subirnos la moral también (vamos, que el año que viene tiene que ser mejor a la fuerza porque peor que este, imposible). Algo así.
Como ya he dicho, ponerse pesimista un 1 de enero es pecado mortal. Por eso he esperado hasta el 2. En realidad, me di cuenta ayer; pero al ser Año Nuevo, me reí por no llorar y lo dejé correr. Sin duda (al menos, desde mi punto de vista), uno de los puntos negros que dejamos atrás con el 2010 es el cierre de la cadena de noticias CNN+. Desde siempre, la radio ha sido el medio de comunicación más rápido en retransmitir cualquier noticia; pero la distancia se había conseguido reducir un poco con la creación de cadenas especializadas en ofrecer información las veinticuatro horas del día, como la CNN+. Recuerdo que el día de la huelga de controladores, cuando aún no sabía bien qué pasaba, tenía la radio encendida en la cocina, pero la CNN+ en la televisión. Era una manera de poder conocer lo que ocurría de forma semiinmediata.
De todas maneras, la noticia del cierre de dicho canal ya había salido a la luz en los medios, así que ya no era un secreto. El caso es que, ayer, haciendo zapping por la TDT, el canal de la CNN+ todavía estaba allí, y lo puse, pensando que repetirían las últimas emisiones, o algo así. Pues no. Muda, me quedé. Ironías de la vida, lo que estaba viendo, con el rótulo de la CNN+ todavía debajo, era el Canal Gran Hermano 24h. Es como si fuera una broma pesada de fin de año, una inocentada cruel y sin gracia. Una manera infame de entrar en el nuevo año.
Huuuuy... podía sentirlo. La rabia, la indignación, empezaban a hacerme un nudo en la boca del estómago. Sólo pensar en todos los periodistas que han quedado en la calle, para hacer sitio a ese hatajo (seguramente, para ellos, atajo) de analfabetos que no tienen ni donde caerse muertos me hace hervir la sangre. Y sólo estamos a 2 de enero. Porque seguro que Iñaki Gabilondo no tiene problemas para encontrar trabajo, pero, ¿qué me dicen de esa becaria de veintitrés años que acaba de terminar la carrera y está empezando con toda su ilusión? Preguntémosle a ella lo que siente cuando ve por quién ha sido sustituida.
Mucha gente me ha dicho que ve Gran Hermano porque se ríe de los participantes. Me gustaría que esas personas se dieran cuenta de que, en realidad, son ellos los que se ríen de nosotros. A carcajada limpia además. Se ríen cuando ocupan nuestra televisión y nuestras conversaciones. Incluso se ríen de mí, cuando ven que también aquí hablan de ellos.
Invito a todo el mundo a que lea "1984", de George Orwell. Porque ése es el origen de Gran Hermano, el auténtico Gran Hermano. Ojalá Orwell no vea en qué han convertido su crítica social, porque si no, el pobre estará revolviéndose en su tumba.
Mucha gente me ha dicho que ve Gran Hermano porque se ríe de los participantes. Me gustaría que esas personas se dieran cuenta de que, en realidad, son ellos los que se ríen de nosotros. A carcajada limpia además. Se ríen cuando ocupan nuestra televisión y nuestras conversaciones. Incluso se ríen de mí, cuando ven que también aquí hablan de ellos.
Invito a todo el mundo a que lea "1984", de George Orwell. Porque ése es el origen de Gran Hermano, el auténtico Gran Hermano. Ojalá Orwell no vea en qué han convertido su crítica social, porque si no, el pobre estará revolviéndose en su tumba.
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