domingo, 2 de enero de 2011

Empezamos bien

Los balances de fin de año son engañosos. Aun a riesgo de parecer tontos, todos nosotros (yo incluida) seguimos manteniendo la esperanza de que el año venidero será mejor, y que seremos felices, y comeremos perdices, y aprobaremos la selectividad con un 10. Lo cual, por otra parte, es perfectamente natural, ya que si vamos a ponernos pesimistas un 1 de enero, pues ya podemos ir pegándonos un tiro y terminamos antes. Por eso digo que los balances de fin de año son engañosos. Porque, o bien son muy positivos, para subirnos la moral (no podría decir cuántas veces he visto en la tele la recapitulación del brillante año que nos ha dejado el deporte español, por ejemplo); o bien son muy negativos, para subirnos la moral también (vamos, que el año que viene tiene que ser mejor a la fuerza porque peor que este, imposible). Algo así.

Como ya he dicho, ponerse pesimista un 1 de enero es pecado mortal. Por eso he esperado hasta el 2. En realidad, me di cuenta ayer; pero al ser Año Nuevo, me reí por no llorar y lo dejé correr. Sin duda (al menos, desde mi punto de vista), uno de los puntos negros que dejamos atrás con el 2010 es el cierre de la cadena de noticias CNN+. Desde siempre, la radio ha sido el medio de comunicación más rápido en retransmitir cualquier noticia; pero la distancia se había conseguido reducir un poco con la creación de cadenas especializadas en ofrecer información las veinticuatro horas del día, como la CNN+. Recuerdo que el día de la huelga de controladores, cuando aún no sabía bien qué pasaba, tenía la radio encendida en la cocina, pero la CNN+ en la televisión. Era una manera de poder conocer lo que ocurría de forma semiinmediata.

De todas maneras, la noticia del cierre de dicho canal ya había salido a la luz en los medios, así que ya no era un secreto. El caso es que, ayer, haciendo zapping por la TDT, el canal de la CNN+ todavía estaba allí, y lo puse, pensando que repetirían las últimas emisiones, o algo así. Pues no. Muda, me quedé. Ironías de la vida, lo que estaba viendo, con el rótulo de la CNN+ todavía debajo, era el Canal Gran Hermano 24h. Es como si fuera una broma pesada de fin de año, una inocentada cruel y sin gracia. Una manera infame de entrar en el nuevo año.

Huuuuy... podía sentirlo. La rabia, la indignación, empezaban a hacerme un nudo en la boca del estómago. Sólo pensar en todos los periodistas que han  quedado en la calle, para hacer sitio a ese hatajo (seguramente, para ellos, atajo) de analfabetos que no tienen ni donde caerse muertos me hace hervir la sangre. Y sólo estamos a 2 de enero. Porque seguro que Iñaki Gabilondo no tiene problemas para encontrar trabajo, pero, ¿qué me dicen de esa becaria de veintitrés años que acaba de terminar la carrera y está empezando con toda su ilusión? Preguntémosle a ella lo que siente cuando ve por quién ha sido sustituida.

Mucha gente me ha dicho que ve Gran Hermano porque se ríe de los participantes. Me gustaría que esas personas se dieran cuenta de que, en realidad, son ellos los que se ríen de nosotros. A carcajada limpia además. Se ríen cuando ocupan nuestra televisión y nuestras conversaciones. Incluso se ríen de mí, cuando ven que también aquí hablan de ellos.

Invito a todo el mundo a que lea "1984", de George Orwell. Porque ése es el origen de Gran Hermano, el auténtico Gran Hermano. Ojalá Orwell no vea en qué han convertido su crítica social, porque si no, el pobre estará revolviéndose en su tumba.

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