Pero ya se acabó, y no pienso dedicarles ni un segundo más de mi valioso tiempo. No obstante, hoy he escuchado otra cosa (aunque derivada del embrollo causado por los anteriores) que me ha hecho volver a plantearme si no estamos locos. En este caso, ya no estaríamos hablando de semidioses, sino de DIOSES en toda regla. Sí señor, por más que me pese, estoy hablando de los futbolistas. Esta anécdota en cuestión se refiere a los jugadores del Barcelona, pero me vale igual para cualquier otro equipo. Bueno, pues la cosa es que, no me acuerdo qué estaba haciendo, cuando escucho en la radio que no se qué de que el partido del Barça igual se aplaza, que si no sé qué, que si no sé cuántos. Pfffff... Sinceramente, en el momento pasé del asunto; porque a mí el fútbol, interesar, lo que se dice interesar, pues no me interesa, la verdad. No fue hasta que oí a mi padre despotricar cuando presté cierta atención a lo que decían. Por favor, que alguien me corrija si me equivoco, pero creo que esto es más o menos lo que pasaba: debido, como ya he dicho, al follón avionero de los c..., los pobrecitos jugadores del Barça (hay que ver cuánto pobrecito hay por el mundo, dios mío, no sabemos la suerte que tenemos) no podían llegar a Pamplona a jugar contra el Osasuna. Ya clama al cielo que los futbolistas tengan que desplazarse obligatoriamente en avión, porque hasta donde yo sé, también hay carreteras y vías que llegan hasta la capital navarra. Pero bueno, hasta ahí a cualquiera le puede sonar medianamente normal, porque, bueno, a lo mejor tenían el viaje planeado y la jugada huelguista los pilló en el último momento. Pero ATENCIÓN por favor, porque, y aquí viene lo bueno, el F.C. Barcelona YA sabía tanto que el partido era en Pamplona a las ocho de la tarde del SÁBADO, como que el aeropuerto del Prat (Barcelona) estaba cerrado, porque el espacio aéreo llevaba cerrado desde el VIERNES. ¿Me quiere alguien explicar por qué demonios estaban entonces los jugadores del Barça a las cuatro de la tarde del sábado TODAVÍA en Barcelona? Porque claro, si vas en avión, llegas de sobra, pero si YA sabes que NO vas a poder ir en avión, ¿por qué no te montas en un tren o en un autobús a las ocho de la mañana?
El caso es que al final, los pobrecitos jugadores tuvieron que sufrir la tortura de montarse en un AVE hasta Zaragoza y continuar en autobús hasta Pamplona. Pero lo gordo es que, encima, los navarricos (desconsiderados,que no quisieron cambiar la fecha del partido, ignorando cruelmente las duras condiciones en las que tendrían que viajar los culés) ¡tuvieron que esperarles una hora! Porque en vez de cambiarse en el bus y correr hasta el campo pensando "ya que he sido tan gilipollas de no salir de Barcelona hasta última hora, pues voy a darme prisa para que no tengan que esperarme más", nooo... tranquilidad y buenos alimentos, que además, todo el mundo sabe que en Pamplona hace un tiempo buenísimo siempre, treinta y cinco grados creo que había, así que a la afición de las gradas (creo que iban todos en tirantes) no le importaría esperar...
Aay señor... No sé que pensar. Seguramente, los jugadores no tengan la culpa de nada, porque, al fin y al cabo, es el club el que toma las decisiones. Pero resulta inevitable hacer comparaciones entre este colectivo y el que desplumé en la entrada anterior. Hace un par de siglos, más o menos, había en este país, y en muchos otros, algo llamado sociedad estamental, en la que unos pocos disfrutaban de unos privilegios negados a la mayoría. Nada más lejos de mi intención comparar ambas situaciones, porque ya sabemos que vivimos en un Estado igualitario y democrático y super chachi piruli; pero quizá no nos vendría mal mirar un poco, si no hacia atrás, hacia nuestro alrededor, y preguntarnos qué leches le está pasando a este mundo.
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