viernes, 10 de diciembre de 2010

Rolls Royce "on the rocks"

Es increíble. Siempre me pasa lo mismo. Cada vez que, al fin, consigo encontrar un tema para tratar en este espacio, en el último momento, escucho o veo algo que me hace cambiar de opinión. Es una confabulación del mundo para no dejarme escribir lo que quiero, estoy convencida. Pero en fin; son cuestiones de fuerza mayor. Yo no quiero, pero me obligan las circunstancias. Unbelievable as it sounds, it's true.

Me pongo internacional porque, hoy, salto el charquito y me planto en Reino Unido; en Londres, para ser más exactos. En los últimos días los estudiantes ingleses se han echado a la calle para protestar por la subida de las tarifas universitarias; cosa que, por otra parte, me parece perfectamente normal; porque manda narices los precios de las universidades; contenta me tienen. Pero esa es otra cuestión. El caso es que los ingleses la están armando gorda. They're painting the town red. Tanto, que han puesto a la policía montada a vigilar las manifestaciones. Dirán: "¡bah, caballos a mí! ¡Animalicos!". Eh, no. Yo los he visto, y puedo garantizar que son de todo menos animalicos. Sufijos como "-ote" o "-azo" se ajustarían más a la descripción real del bicho en cuestión. Y claro, cuando a este desbarajuste reivindicativo le sumamos un Rolls Royce, el príncipe Charles, Camilla, pintura y una ventana rota, pues ya tenemos el cóctel perfecto para una primera plana. 

En realidad me da un poco de pena, porque la aparición de estos dos, mmm..., personajes públicos, hace que la atención se desvíe de lo verdaderamente importante; que es que a los estudiantes NOS SANGRAN a la mínima oportunidad. Pero lo entiendo, porque la foto realmente merece la pena.

La pregunta del millón es qué demonios estaba haciendo ese coche, con esas personas, en mitad de la trifulca. La realeza inglesa no es conocida por ser humilde y campechana, precisamente (les invito a que se fijen en el collar que lleva Camilla), y me cuesta creer que el objetivo de su salida fuera saludar y ofrecer su apoyo a los coléricos estudiantes. La única respuesta que se me ocurre, y que casi no me atrevo a formular de lo tristísima que me parece, es que ni el uno ni la otra tuvieran la más remota idea de lo que se estaba cociendo en la calle, o al menos, qué envergadura tenía. Resulta tan ridículamente incomprensible como escandalosamente probable. Y luego que los británicos prefieren a Guillermo. ¿A quién le va a extrañar? Porque seguro, seguro (y que conste que esto sólo es especulación, independientemente de mi grado de certeza interna) que Will (así dice que le gusta que lo llamen) sí que estaba al corriente del asunto.

Qué quieren que les diga. A mí la violencia, y el vandalismo, y las manifestaciones descontroladas, pues no me gustan, la verdad; y esos chalados que rompieron la ventana podrían haber provocado una desgracia. No obstante, y en la medida en la que no ha habido heridos ni consecuencias mayores, no me parece tan grave que los royalties se hayan llevado un sustillo, a ver si aterrizan. Al fin y al cabo, si la montaña no escucha a Mahoma, Mahoma tendrá que hacerse oír, aunque sea tirando pintura y rompiendo la ventana de un Rolls Royce que él mismo ha pagado.

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