viernes, 3 de diciembre de 2010

No somos carne de cañón

Esto no es lo que tenía planeado para hoy. Después de un par de entradas de amarga crítica, tenía la intención de animar un poco este blog, hablar de algún tema menos trascendente, más positivo; alegrar un poco la cosa. Sin embargo, no va a poder ser. Dejaremos las alegrías para otro día, porque hoy, 3 de diciembre, nuestro país está siendo víctima de un ataque terrorista.

No es ETA, y tampoco Al-Qaeda. Son los controladores aéreos. Recién entrada la tarde, alrededor de la una o las dos, los controladores han empezado a desfilar por los servicios médicos de los aeropuertos, reclamando bajas médicas alegando que se encuentran bajo altos niveles de estrés y presión. Como consecuencia, en este momento, apenas quedan controladores operativos (alrededor de un 30%), llegando al extremo de que el espacio aéreo español está CERRADO.

Tengo que controlar mis manos para que no tiemblen encima del teclado. De rabia. Escribo cada palabra con precisión milimétrica, para que no se me escape el vómito de improperios que ahora mismo pasa por mi mente. ¿Cómo se atreven? Ni siquiera han tenido la mínima decencia de convocar una huelga legal. A través de estas bajas generalizadas, que han comenzado sin previo aviso, han desatado el caos: los pasajeros no han tenido tiempo de cancelar los pasajes, no hay servicios mínimos, los aeropuertos están colapsados, la gente no se sabe si quedarse o si irse a casa; y al no tratarse "propiamente" de una huelga, la desinformación reina entre el personal y los pasajeros. Vamos, que nadie sabe qué coño está pasando, si se me permite la expresión.

¿Pero qué se creen? ¿Que no vemos sus artimañas? ¿Que no sabemos que lo que están haciendo es ilegal? ¿Que nacimos ayer? ¿O que nos chupamos el dedo? ¿Que creen, que son imprescindibles, que pueden paralizar el país cuando les venga en gana, cuando se les cruce el cable, cada vez que se les rompa una tripa? ¿Quién demonios se creen que son, Dios?

Esto es un pulso contra el Ejecutivo, un "a ver quién puede más". Nunca he dicho que este gobierno sea perfecto o infalible. Pero en esto estoy de su parte. Si esos indeseables creen que pueden amenazar al Gobierno, que pueden echarle un pulso, retarlo ("¿y qué pasa si nos vamos?"); están muy equivocados. Hoy, por Dios, es el inicio de un puente de cinco días, puente que sin duda muchas familias iban a aprovechar para viajar: parejas que querían escaparse, padres que iban a ofrecer a sus hijos el viaje a Eurodisney con el que llevaban soñando meses, universitarios que volvían a casa para visitar a sus familiares; y millones de personas que, seguramente, han hecho un esfuerzo para comprar su pasaje, y que se enfrentan al riesgo de no recibir ninguna compensación económica por este desagravio.

Ya no es que sea un delito; es que es un insulto, una ofensa. Si estuviera en mis manos, ahora mismo todos esos "individuos" (por no mentar ni a sus madres ni a sus difuntos, que poca culpa tienen, la verdad) estarían relevados de empleo y sueldo; en la puta calle, vamos, y en su lugar colocaría controladores militares, que están igual de bien formados, si no mejor, y son funcionarios como otros cualesquiera, al servicio del Estado.

¿Quién va a hacerse cargo de todos los costes que genera esta situación? ¿Los controladores, con sus sueldos millonarios? Y no me refiero sólo a los costes económicos a corto plazo (indemnizaciones, etc.), sino a los efectos que podrían tener a largo plazo. En medio de esta situación, la desconfianza internacional con respecto a España no hará sino aumentar, con sus correspondientes resultados en la Bolsa española; a lo que se añade el hecho de que serán las aerolíneas las que tengan que afrontar los costes. ¿Y quiénes serán los que sufran las consecuencias, los grandes directivos trajeados de estas compañías, o los empleados de a pie, los prescindibles, los que están a pie de campo, la primera línea de tiro?

Como ya he dicho, esto pretendía ser un pulso contra el Gobierno. Pero se les ha ido de las manos, porque esto ya no es algo entre el ejecutivo y el sindicato de controladores. Ahora tienen a la gente en contra. Más le vale al Gobierno poner a estos desgraciados en su sitio y no ceder, porque los ciudadanos no vamos a hacerlo. Ya es hora de que dejen de tomarnos por el pito del sereno. No somos carne de cañón.

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