jueves, 2 de diciembre de 2010

Seguridad nacional

Hoy, por fin, lo he hecho. He llegado a casa, he encendido el ordenador, y he entrado en Wikileaks. Ha sido, más que nada, una cauta primera incursión en ese fenómeno que monopoliza la atención de los medios en los últimos días. No he profundizado en ningún documento en especial, simplemente me he paseado por todas las categorías, clasificaciones... Quería hacerme una idea sobre qué es o cómo funciona.

Tengo miedo. He visto números de cinco, seis cifras, que indicaban la cantidad de documentos correspondientes a cada categoría. He hecho una búsqueda y como resultado he visto a pie de página: página 1 de 10590. ¿De qué estamos hablando? ¿Qué dimensiones abarca todo esto? Una vez más, creo que despierto a golpes al mundo real. Todos sabemos que hay cosas que los gobiernos ocultan, los ciudadanos lo acabamos considerando ley de vida y lo aceptamos como si el mundo no pudiera funcionar de otra forma. Pero, de ahí a ver delante de tus ojos cientos de miles de documentos clasificados que no deberían estar ahí y sin embargo están; millones de datos que, como ciudadanos, no estábamos destinados a conocer... Es triste.

Y lo más triste de todo es que, aunque tenga los documentos delante de los ojos, no soy capaz de entenderlos. Tal es el desconocimiento del ciudadano de a pie sobre los las estrategias diplomáticas y militares llevadas a cabo por los países que, lamentablemente, lo cierto es que aunque dejaran los mayores secretos del Estado en una carpeta en medio de un bar, los papeles acabarían en la basura (a no ser que llevaran un gigantesco ALTO SECRETO rojo sangre en la portada, en cuyo caso, si bien no comprende lo que hay dentro, el susodicho que se encuentra la carpeta, por tonto que sea, se rasca la oreja y arruga la nariz mientras piensa: aquí hay gato encerrado).

Por otra parte, algo que sí me ha hecho reír, aunque de forma amarga y desencantada, es el hecho de que numerosos representantes de diversos gobiernos se hayan manifestado en contra de Wikileaks, por considerarlo una amenaza contra la seguridad nacional. ¿Seguridad nacional? ¿De qué? ¿Qué seguridad puede ofrecer un Estado que esconde y oculta la verdad? ¿O es que acaso hay que suponer que la seguridad consiste precisamente en la ignorancia de los ciudadanos? ¿Seguridad para quién? Que cada cual saque sus propias conclusiones.

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