No me puedo creer el tiempo que llevo sin publicar. Casi me siento culpable. Es lo que tiene la vida del estudiante, para que luego digan que no hacemos nada. Diré en mi defensa, sin embargo, que he estado bastante activa vía Twitter, algo es algo.
Además, no sé por qué, pero parece que el mundo tiene la irritante costumbre de moverse y cambiar en esos precisos momentos en los que no tengo un momento para pararme y echarle un vistazo, a ver si todo sigue igual que ayer. Mmmm, la verdad es que se me amontonan los temas: terremoto en Japón, muerte de Bin Laden, liberación (¡por fin!) del fotoperiodista Manu Brabo, ilegalización y posterior relegalización de Bildu, el movimiento 15-M... Se me iban pasando los días entre apuntes y apuntes, y yo sufriendo por dentro por no poder sentarme y darle un poco a la tecla (me encanta esta expresión de Reverte) que es lo que a mí me gusta.
Pero este último revés electoral... eso no se puede dejar pasar así como así. Así que, aprovechando que los exámenes se han acabado y que no hay demasiadas ganas de estudiar para Selectividad (lo siento, es lo que hay), he decidido darme un gusto y desahogarme un poquito. En primer lugar voy a enlazar con el movimiento 15 de mayo. Creo que la palabra ALELUYA lo resume bastante bien. Increíble... ¡es que no hay palabras! La gente de la calle ha despertado, se ha cansado y simplemente ha dicho "hasta aquí". Y no me incluyo entre ellos eh, que conste. Porque yo estoy sentadita en mi sofá, y esa gente ha acampado en la Puerta del Sol. Hay que tenerlos bien puestos para aguantar allí acampado, ya me gustaría a mí ver a muchos. La verdad es que me siento un poco mal por no haber estado, así que para redimirme les dedico este breve espacio (ya veis, una forma bastante barata de calmar la conciencia). Durante bastantes días "#spanishrevolution" fue Trendy Topic en Twitter, "spain" se convirtíó en la palabra más buscada por los visitantes de la web del New York Times, a una corresponsal en asia sus amigos chinos le están preguntando por cómo se vive la situación aquí... Tengo que reconocer que nunca creí que una movilización así, espontánea, popular, apolítica, fuera posible; para empezar, porque la mayoría de los ciudadanos tenemos la moral por los suelos. Es realmente asombroso el coraje y las ganas que esos manifestantes han sacado de la nada. Creo que se merecen todo nuestro respeto y admiración. Los míos, por lo menos, los tienen.
Y en cuanto al resultado de las elecciones... qué queréis que os diga, para mí no ha sido una sorpresa. Y tampoco puedo decir que me dé pena; porque, la verdad, después de la nefasta gestión que el PSOE ha hecho de la crisis, no me parece que sean dignos de la confianza de los ciudadanos. Señores, esto se suponía un gobierno de "izquierdas", ¿no? Vamos con una pregunta fácil: ¿cuál es la prioridad de los partidos de izquierdas? Todo lo que este año me he metido de historia en el cerebro me empuja, inconsciente de mí, a contestar: ¿los trabajadores? Pero ¡NO! Estoy equivocada. No puede ser que tu prioridad sean los trabajadores y hayas quitado el subsidio de 420€ y tengas casi 5 millones de parados (creo que la cifra ronda los 4 910 000). O lo estás haciendo muy mal, o es que nos tenías engañados a todos y en realidad... ¡no eres un partido de izquierdas! (yo también, acabo de hacer la revelación del siglo...). Que no, que la gente está harta ya hombre, que no hay derecho, que queremos un gobierno que no se baje los pantalones ante la economía; nacional, internacional o la de mi pueblo, da lo mismo. Un gobierno que sea capaz de dar un puñetazo en la mesa si los empresarios se ponen tontos y empiezan a echar gente sin ton ni son, con indemnizaciones miserables (que esa es otra, está el despido en este país... más barato que el pan).
El PSOE, en mi opinión, no lo ha hecho bien y no se merecía ganar. Diría que la mayoría de los ciudadanos piensa como yo; pero no sé si sería correcto, porque al parecer, lo que piensan éstos es que el PP lo haría mejor. Y ahí me paro un poco... Por increíble que parezca (me sorprendo a mí misma) los resultados de estas elecciones me han dejado absolutamente indiferente. No me ha hecho especial ilusión que gane la derecha, entre otras cosas, porque no me fio mucho de su política social... (de hecho, me da rabia que la salida de una izquierda moderada e ineficiente tenga que pasar obligatoriamente por un giro a la derecha, en vez de otro más a la izquierda) pero lo que no se puede negar es que esto va a suponer un cambio, y sólo con el tiempo veremos si es para mejor o para peor. Si algo me ha enseñado la escasa experiencia del mundo que tengo, es que los prejuicios no son buenos consejeros. Creo sinceramente que deberíamos dejar a un lado el rechazo inicial "antiderechista" y esperar a ver cómo lo hacen, porque sólo entonces podremos juzgar con conocimiento de causa.
Pero, ¿sabéis qué? A lo mejor lo que hace falta es un movimiento como el del 15 de mayo, o una plataforma ciudadana, alguien que sepa realmente cómo es el mundo real, que conozca de cerca los problemas de la población. ¿Qué pasa, que entre todos los parados no hay economistas, abogados, historiadores... que tengan una mínima idea de cómo hay que gestionar un país? ¿Qué pasa, que los jóvenes no tenemos la capacidad de tomar decisiones coherentes? ¿No podemos concebir un gobierno que no sea del PPSOE? A veces me pregunto si es verdaderamente imposible que ciudadanos normales y corrientes dirijan un país. Lo que es seguro es que hasta que no lo intentemos, no lo sabremos.
Marineros de agua dulce
martes, 24 de mayo de 2011
domingo, 13 de febrero de 2011
Chispas en la conciencia
Resulta agradable comprobar como el corazón del mundo sigue latiendo. Esperanzador. Quizá no se corresponda con la realidad; pero en los últimos tiempos, percibo como un estado de catatonia generalizada se va apoderando de todo lo que me rodea. De todo lo que nos rodea a todos, en realidad. La resignación, la cotidianidad, se extienden como una nube fría y gris; vorágines de palabras y construcciones enrevesadas esconden verdades que no es conveniente pronunciar; difuminan la línea que separa lo cierto de lo falso. Combatir al poder opresor es más difícil hoy que ayer, puesto que reside en la conciencia de cada uno, en nuestro interior, carcomiendo la poca individualidad y amor propio que aún nos queda.Vivimos constantemente una vida prometida, un futuro que nunca llega; y así, los sueños mantienen ocupada nuestra mente, impidiéndonos pensar. Soñar en vez de pensar, esa parece ser la premisa de nuestros días. Construimos continuos proyectos para futuros perfectos, mientras el presente se pudre en nuestras manos.
A veces, sin embargo, saltan pequeñas chispas que insuflan vida a este corazón marchito. Chispas que nos recuerdan que vivimos aquí y ahora. Me refiero a los acontecimientos que recientemente han sacudido el Magreb. Todo este rollo existencial podrá parecer, a muchos, un rodeo demasiado largo para llegar hasta aquí; hasta algo que, a fin de cuentas, no deja de ser un levantamiento popular, como los ha habido otros. No obstante, para mí, un producto de la estable y ordenada "sociedad occidental" (decir "país rico" o "Estado del bienestar" me parece poco más que un chiste en estos momentos), ha sido, de alguna manera, inspirador. He podido ver la soberanía nacional con mis propios ojos. Alguna vez, en clase, ha surgido la pregunta de "¿qué es el poder?". Ahora lo sé. El poder no es una caja, o un papel, o una butaca en algún despacho elegante. El poder llena las calles, grita, llora, tira piedras y se lleva palos; sufre, muerde y pelea; pasa hambre y miedo, escupe y se encara, se ensucia y salta vallas. Pueden pararlo, ahogarlo, sofocarlo, obligarlo a esconderse. Pero no pueden matarlo, no pueden extinguirlo o acabar con él; porque es eterno, es inmortal.
Esta revolución que está viviendo el Magreb, concretamente, los últimos hechos acaecidos en Egipto; desde mi punto de vista, han hecho que el corazón del mundo vuelva a latir con fuerza, que bombee oxígeno por todo el organismo, y así, que una repentina lucidez invada a la ciudadanía. Por lo menos, yo sí que me considero más consciente hoy que ayer. Consciente del poder del que formo parte, y de las responsabilidades que ello conlleva. Consciente de que el cambio es necesario, y de que éste no tiene por qué significar derramamiento de sangre. Consciente de que nadie va a traerme la libertad a casa, envuelta en papel de regalo, si no salgo a buscarla. Consciente de que los sueños del futuro hay que hacerlos realidad en el presente. ¿Y ustedes? ¿Son conscientes?
A veces, sin embargo, saltan pequeñas chispas que insuflan vida a este corazón marchito. Chispas que nos recuerdan que vivimos aquí y ahora. Me refiero a los acontecimientos que recientemente han sacudido el Magreb. Todo este rollo existencial podrá parecer, a muchos, un rodeo demasiado largo para llegar hasta aquí; hasta algo que, a fin de cuentas, no deja de ser un levantamiento popular, como los ha habido otros. No obstante, para mí, un producto de la estable y ordenada "sociedad occidental" (decir "país rico" o "Estado del bienestar" me parece poco más que un chiste en estos momentos), ha sido, de alguna manera, inspirador. He podido ver la soberanía nacional con mis propios ojos. Alguna vez, en clase, ha surgido la pregunta de "¿qué es el poder?". Ahora lo sé. El poder no es una caja, o un papel, o una butaca en algún despacho elegante. El poder llena las calles, grita, llora, tira piedras y se lleva palos; sufre, muerde y pelea; pasa hambre y miedo, escupe y se encara, se ensucia y salta vallas. Pueden pararlo, ahogarlo, sofocarlo, obligarlo a esconderse. Pero no pueden matarlo, no pueden extinguirlo o acabar con él; porque es eterno, es inmortal.
Esta revolución que está viviendo el Magreb, concretamente, los últimos hechos acaecidos en Egipto; desde mi punto de vista, han hecho que el corazón del mundo vuelva a latir con fuerza, que bombee oxígeno por todo el organismo, y así, que una repentina lucidez invada a la ciudadanía. Por lo menos, yo sí que me considero más consciente hoy que ayer. Consciente del poder del que formo parte, y de las responsabilidades que ello conlleva. Consciente de que el cambio es necesario, y de que éste no tiene por qué significar derramamiento de sangre. Consciente de que nadie va a traerme la libertad a casa, envuelta en papel de regalo, si no salgo a buscarla. Consciente de que los sueños del futuro hay que hacerlos realidad en el presente. ¿Y ustedes? ¿Son conscientes?
domingo, 2 de enero de 2011
Empezamos bien
Los balances de fin de año son engañosos. Aun a riesgo de parecer tontos, todos nosotros (yo incluida) seguimos manteniendo la esperanza de que el año venidero será mejor, y que seremos felices, y comeremos perdices, y aprobaremos la selectividad con un 10. Lo cual, por otra parte, es perfectamente natural, ya que si vamos a ponernos pesimistas un 1 de enero, pues ya podemos ir pegándonos un tiro y terminamos antes. Por eso digo que los balances de fin de año son engañosos. Porque, o bien son muy positivos, para subirnos la moral (no podría decir cuántas veces he visto en la tele la recapitulación del brillante año que nos ha dejado el deporte español, por ejemplo); o bien son muy negativos, para subirnos la moral también (vamos, que el año que viene tiene que ser mejor a la fuerza porque peor que este, imposible). Algo así.
Como ya he dicho, ponerse pesimista un 1 de enero es pecado mortal. Por eso he esperado hasta el 2. En realidad, me di cuenta ayer; pero al ser Año Nuevo, me reí por no llorar y lo dejé correr. Sin duda (al menos, desde mi punto de vista), uno de los puntos negros que dejamos atrás con el 2010 es el cierre de la cadena de noticias CNN+. Desde siempre, la radio ha sido el medio de comunicación más rápido en retransmitir cualquier noticia; pero la distancia se había conseguido reducir un poco con la creación de cadenas especializadas en ofrecer información las veinticuatro horas del día, como la CNN+. Recuerdo que el día de la huelga de controladores, cuando aún no sabía bien qué pasaba, tenía la radio encendida en la cocina, pero la CNN+ en la televisión. Era una manera de poder conocer lo que ocurría de forma semiinmediata.
De todas maneras, la noticia del cierre de dicho canal ya había salido a la luz en los medios, así que ya no era un secreto. El caso es que, ayer, haciendo zapping por la TDT, el canal de la CNN+ todavía estaba allí, y lo puse, pensando que repetirían las últimas emisiones, o algo así. Pues no. Muda, me quedé. Ironías de la vida, lo que estaba viendo, con el rótulo de la CNN+ todavía debajo, era el Canal Gran Hermano 24h. Es como si fuera una broma pesada de fin de año, una inocentada cruel y sin gracia. Una manera infame de entrar en el nuevo año.
Huuuuy... podía sentirlo. La rabia, la indignación, empezaban a hacerme un nudo en la boca del estómago. Sólo pensar en todos los periodistas que han quedado en la calle, para hacer sitio a ese hatajo (seguramente, para ellos, atajo) de analfabetos que no tienen ni donde caerse muertos me hace hervir la sangre. Y sólo estamos a 2 de enero. Porque seguro que Iñaki Gabilondo no tiene problemas para encontrar trabajo, pero, ¿qué me dicen de esa becaria de veintitrés años que acaba de terminar la carrera y está empezando con toda su ilusión? Preguntémosle a ella lo que siente cuando ve por quién ha sido sustituida.
Mucha gente me ha dicho que ve Gran Hermano porque se ríe de los participantes. Me gustaría que esas personas se dieran cuenta de que, en realidad, son ellos los que se ríen de nosotros. A carcajada limpia además. Se ríen cuando ocupan nuestra televisión y nuestras conversaciones. Incluso se ríen de mí, cuando ven que también aquí hablan de ellos.
Invito a todo el mundo a que lea "1984", de George Orwell. Porque ése es el origen de Gran Hermano, el auténtico Gran Hermano. Ojalá Orwell no vea en qué han convertido su crítica social, porque si no, el pobre estará revolviéndose en su tumba.
Mucha gente me ha dicho que ve Gran Hermano porque se ríe de los participantes. Me gustaría que esas personas se dieran cuenta de que, en realidad, son ellos los que se ríen de nosotros. A carcajada limpia además. Se ríen cuando ocupan nuestra televisión y nuestras conversaciones. Incluso se ríen de mí, cuando ven que también aquí hablan de ellos.
Invito a todo el mundo a que lea "1984", de George Orwell. Porque ése es el origen de Gran Hermano, el auténtico Gran Hermano. Ojalá Orwell no vea en qué han convertido su crítica social, porque si no, el pobre estará revolviéndose en su tumba.
domingo, 19 de diciembre de 2010
La dolce vita
Italia no deja de sorprenderme. Es como un mundo aparte, donde lo que aparentemente no tiene sentido se transforma en simple cotidianidad. Como el País de las Maravillas, mágico, sorprendentemente absurdo. Dominado por la corrupción y el clientelismo, en el que los políticos son, ante todo, representantes de sí mismos. Y sin embargo, tiene ese incomprensible encanto que hace que los escándalos que aquí desatan mi indignación, allí me parezcan, por así decirlo, algo casi idiosincrásico.
Todo esto viene a colación de un artículo del Diario Vasco que he leído hoy. No tiene desperdicio, de verdad, os invito a todos a echarle un vistazo (Diario Vasco, 19 de Diciembre). Se llama "El arte de cambiar de chaqueta", y es una mina. Se me escapaban las lágrimas leyendo, de risa. A carcajada limpia. Y es que en España no sabemos hacer las cosas. Corrupción, maletines y bolsas de basura rebosando billetes. Cual viles mercenarios. Sin estilo. Además, tenemos un sentido de la moral muy arraigado, sobre todo en lo que toca al prójimo. Remedios vendo, que para mí no tengo. Así, un tránsfuga es todo un acontecimiento, un descastado que se vende. "¡Oh, qué vergüenza!", enseguida se nos llena la boca. En Italia es todo mucho más natural, como dice el artículo, los tránsfugas son typical italian! Partidos formados porque sus miembros (tres, el mínimo para cobrar los 1500€ mensuales) ese día llevaban la misma corbata, diputadas que alegan crisis de identidad para justificar sus cambios de partido... ¡Crisis de identidad! Esas cosas en este país no pasan... (casi lo digo con pena, hay que ver cómo son las cosas).
No sabría decir en qué reside la diferencia. El día en el que se votó la moción a Berlusconi, los parlamentarios llegaron a las manos. ¿Cuándo ha pasado eso en España? Que sí, que vale, que es una barbaridad y que los parlamentarios están para legislar y no para boxear, pero no sé… No puedo evitar pensar la política española tiene tan poca chicha que ni para pegarse sirve. Y es triste. Porque cuando crees en algo de verdad, cuando algo te importa, peleas por ello: “yo no podré echarte de la poltrona, pero hoy vas caliente a casa. Huy, que si vas. Por cabrón”. Y le das. Y luego te disculpas, como todo un señor parlamentario. Y el otro señor parlamentario, con el ojo a la funerala, o bien te las acepta o bien te manda al carajo (con todo el derecho del mundo, a ver si no va a poder quejarse el pobre hombre después de que ha recibido).
No sé. Creo que sólo busco algo que insufle un poco de vida a la política apática, desinflada de este país. Italia no es, ni por asomo, el ejemplo a seguir, por más que a veces piense que no nos vendría mal algún que otro italiano en el Parlamento. La política, aunque a todos se nos haya olvidado un poco, es un oficio de convicciones y principios, de honor, de grandes hombres y mujeres que velan por el bien común. ¿Pero de qué nos vamos a extrañar? Mientras se votaba la moción a Berlusconi, Roma ardía de nuevo con la ira de los manifestantes. ¿Alguien se acuerda de cuándo fue la última vez que ardió España? No vamos a escandalizarnos ahora. Cada cual tiene los representantes que merece; y sobre todo, aquellos que elige.
viernes, 10 de diciembre de 2010
Rolls Royce "on the rocks"
Es increíble. Siempre me pasa lo mismo. Cada vez que, al fin, consigo encontrar un tema para tratar en este espacio, en el último momento, escucho o veo algo que me hace cambiar de opinión. Es una confabulación del mundo para no dejarme escribir lo que quiero, estoy convencida. Pero en fin; son cuestiones de fuerza mayor. Yo no quiero, pero me obligan las circunstancias. Unbelievable as it sounds, it's true.
Me pongo internacional porque, hoy, salto el charquito y me planto en Reino Unido; en Londres, para ser más exactos. En los últimos días los estudiantes ingleses se han echado a la calle para protestar por la subida de las tarifas universitarias; cosa que, por otra parte, me parece perfectamente normal; porque manda narices los precios de las universidades; contenta me tienen. Pero esa es otra cuestión. El caso es que los ingleses la están armando gorda. They're painting the town red. Tanto, que han puesto a la policía montada a vigilar las manifestaciones. Dirán: "¡bah, caballos a mí! ¡Animalicos!". Eh, no. Yo los he visto, y puedo garantizar que son de todo menos animalicos. Sufijos como "-ote" o "-azo" se ajustarían más a la descripción real del bicho en cuestión. Y claro, cuando a este desbarajuste reivindicativo le sumamos un Rolls Royce, el príncipe Charles, Camilla, pintura y una ventana rota, pues ya tenemos el cóctel perfecto para una primera plana.
En realidad me da un poco de pena, porque la aparición de estos dos, mmm..., personajes públicos, hace que la atención se desvíe de lo verdaderamente importante; que es que a los estudiantes NOS SANGRAN a la mínima oportunidad. Pero lo entiendo, porque la foto realmente merece la pena.
La pregunta del millón es qué demonios estaba haciendo ese coche, con esas personas, en mitad de la trifulca. La realeza inglesa no es conocida por ser humilde y campechana, precisamente (les invito a que se fijen en el collar que lleva Camilla), y me cuesta creer que el objetivo de su salida fuera saludar y ofrecer su apoyo a los coléricos estudiantes. La única respuesta que se me ocurre, y que casi no me atrevo a formular de lo tristísima que me parece, es que ni el uno ni la otra tuvieran la más remota idea de lo que se estaba cociendo en la calle, o al menos, qué envergadura tenía. Resulta tan ridículamente incomprensible como escandalosamente probable. Y luego que los británicos prefieren a Guillermo. ¿A quién le va a extrañar? Porque seguro, seguro (y que conste que esto sólo es especulación, independientemente de mi grado de certeza interna) que Will (así dice que le gusta que lo llamen) sí que estaba al corriente del asunto.
Qué quieren que les diga. A mí la violencia, y el vandalismo, y las manifestaciones descontroladas, pues no me gustan, la verdad; y esos chalados que rompieron la ventana podrían haber provocado una desgracia. No obstante, y en la medida en la que no ha habido heridos ni consecuencias mayores, no me parece tan grave que los royalties se hayan llevado un sustillo, a ver si aterrizan. Al fin y al cabo, si la montaña no escucha a Mahoma, Mahoma tendrá que hacerse oír, aunque sea tirando pintura y rompiendo la ventana de un Rolls Royce que él mismo ha pagado.
Para más fotos de las manifestaciones: http://noticias.terra.com/fotos/ultimo_esfuerzo_de_estudiantes_en_inglaterra/314180
sábado, 4 de diciembre de 2010
Dioses y semidioses varios
Estoy bastante contenta. A estas horas del día de hoy, casi todos los controladores están trabajando. ¡JA! En sus narices. Si he de ser sincera, la verdad es que no me esperaba una respuesta tan contundente por parte del Gobierno. ¡Pero no han cedido! Pobrecitos semidioses, que van a tener que trabajar como el resto de los mortales para ganarse el pan. ¡JA! ¡JA-JA-JA! Antes de dejar de hablar de estos personajes, de los que me parece haber dicho todo lo que había que decir, me gustaría puntualizar una cosa: los controladores aéreos llegan a cobrar 200.000€ al año, y eso ahora. Esta huelga encubierta tiene como motivo aparente el hecho de que el nuevo decreto real aprobado por el consejo de ministros les hace trabajar más horas de las que su capacidad nerviosa les permite. Por ello mismo resulta, cuanto menos, curioso, que estos mismos controladores se quejaran hace apenas unos meses de las medidas del Gobierno que limitaban por ley el número de horas extras que podían trabajar. Claaaro, para mantener los 324.000€ que de media solíais cobrar, ahora tendríais que trabajar más. Pobrecitos. Como sólo sois los controladores mejor pagados de toda Europa (más que los alemanes y casi dos veces más que los franceses)...
Pero ya se acabó, y no pienso dedicarles ni un segundo más de mi valioso tiempo. No obstante, hoy he escuchado otra cosa (aunque derivada del embrollo causado por los anteriores) que me ha hecho volver a plantearme si no estamos locos. En este caso, ya no estaríamos hablando de semidioses, sino de DIOSES en toda regla. Sí señor, por más que me pese, estoy hablando de los futbolistas. Esta anécdota en cuestión se refiere a los jugadores del Barcelona, pero me vale igual para cualquier otro equipo. Bueno, pues la cosa es que, no me acuerdo qué estaba haciendo, cuando escucho en la radio que no se qué de que el partido del Barça igual se aplaza, que si no sé qué, que si no sé cuántos. Pfffff... Sinceramente, en el momento pasé del asunto; porque a mí el fútbol, interesar, lo que se dice interesar, pues no me interesa, la verdad. No fue hasta que oí a mi padre despotricar cuando presté cierta atención a lo que decían. Por favor, que alguien me corrija si me equivoco, pero creo que esto es más o menos lo que pasaba: debido, como ya he dicho, al follón avionero de los c..., los pobrecitos jugadores del Barça (hay que ver cuánto pobrecito hay por el mundo, dios mío, no sabemos la suerte que tenemos) no podían llegar a Pamplona a jugar contra el Osasuna. Ya clama al cielo que los futbolistas tengan que desplazarse obligatoriamente en avión, porque hasta donde yo sé, también hay carreteras y vías que llegan hasta la capital navarra. Pero bueno, hasta ahí a cualquiera le puede sonar medianamente normal, porque, bueno, a lo mejor tenían el viaje planeado y la jugada huelguista los pilló en el último momento. Pero ATENCIÓN por favor, porque, y aquí viene lo bueno, el F.C. Barcelona YA sabía tanto que el partido era en Pamplona a las ocho de la tarde del SÁBADO, como que el aeropuerto del Prat (Barcelona) estaba cerrado, porque el espacio aéreo llevaba cerrado desde el VIERNES. ¿Me quiere alguien explicar por qué demonios estaban entonces los jugadores del Barça a las cuatro de la tarde del sábado TODAVÍA en Barcelona? Porque claro, si vas en avión, llegas de sobra, pero si YA sabes que NO vas a poder ir en avión, ¿por qué no te montas en un tren o en un autobús a las ocho de la mañana?
El caso es que al final, los pobrecitos jugadores tuvieron que sufrir la tortura de montarse en un AVE hasta Zaragoza y continuar en autobús hasta Pamplona. Pero lo gordo es que, encima, los navarricos (desconsiderados,que no quisieron cambiar la fecha del partido, ignorando cruelmente las duras condiciones en las que tendrían que viajar los culés) ¡tuvieron que esperarles una hora! Porque en vez de cambiarse en el bus y correr hasta el campo pensando "ya que he sido tan gilipollas de no salir de Barcelona hasta última hora, pues voy a darme prisa para que no tengan que esperarme más", nooo... tranquilidad y buenos alimentos, que además, todo el mundo sabe que en Pamplona hace un tiempo buenísimo siempre, treinta y cinco grados creo que había, así que a la afición de las gradas (creo que iban todos en tirantes) no le importaría esperar...
Aay señor... No sé que pensar. Seguramente, los jugadores no tengan la culpa de nada, porque, al fin y al cabo, es el club el que toma las decisiones. Pero resulta inevitable hacer comparaciones entre este colectivo y el que desplumé en la entrada anterior. Hace un par de siglos, más o menos, había en este país, y en muchos otros, algo llamado sociedad estamental, en la que unos pocos disfrutaban de unos privilegios negados a la mayoría. Nada más lejos de mi intención comparar ambas situaciones, porque ya sabemos que vivimos en un Estado igualitario y democrático y super chachi piruli; pero quizá no nos vendría mal mirar un poco, si no hacia atrás, hacia nuestro alrededor, y preguntarnos qué leches le está pasando a este mundo.
viernes, 3 de diciembre de 2010
No somos carne de cañón
Esto no es lo que tenía planeado para hoy. Después de un par de entradas de amarga crítica, tenía la intención de animar un poco este blog, hablar de algún tema menos trascendente, más positivo; alegrar un poco la cosa. Sin embargo, no va a poder ser. Dejaremos las alegrías para otro día, porque hoy, 3 de diciembre, nuestro país está siendo víctima de un ataque terrorista.
No es ETA, y tampoco Al-Qaeda. Son los controladores aéreos. Recién entrada la tarde, alrededor de la una o las dos, los controladores han empezado a desfilar por los servicios médicos de los aeropuertos, reclamando bajas médicas alegando que se encuentran bajo altos niveles de estrés y presión. Como consecuencia, en este momento, apenas quedan controladores operativos (alrededor de un 30%), llegando al extremo de que el espacio aéreo español está CERRADO.
Tengo que controlar mis manos para que no tiemblen encima del teclado. De rabia. Escribo cada palabra con precisión milimétrica, para que no se me escape el vómito de improperios que ahora mismo pasa por mi mente. ¿Cómo se atreven? Ni siquiera han tenido la mínima decencia de convocar una huelga legal. A través de estas bajas generalizadas, que han comenzado sin previo aviso, han desatado el caos: los pasajeros no han tenido tiempo de cancelar los pasajes, no hay servicios mínimos, los aeropuertos están colapsados, la gente no se sabe si quedarse o si irse a casa; y al no tratarse "propiamente" de una huelga, la desinformación reina entre el personal y los pasajeros. Vamos, que nadie sabe qué coño está pasando, si se me permite la expresión.
¿Pero qué se creen? ¿Que no vemos sus artimañas? ¿Que no sabemos que lo que están haciendo es ilegal? ¿Que nacimos ayer? ¿O que nos chupamos el dedo? ¿Que creen, que son imprescindibles, que pueden paralizar el país cuando les venga en gana, cuando se les cruce el cable, cada vez que se les rompa una tripa? ¿Quién demonios se creen que son, Dios?
Esto es un pulso contra el Ejecutivo, un "a ver quién puede más". Nunca he dicho que este gobierno sea perfecto o infalible. Pero en esto estoy de su parte. Si esos indeseables creen que pueden amenazar al Gobierno, que pueden echarle un pulso, retarlo ("¿y qué pasa si nos vamos?"); están muy equivocados. Hoy, por Dios, es el inicio de un puente de cinco días, puente que sin duda muchas familias iban a aprovechar para viajar: parejas que querían escaparse, padres que iban a ofrecer a sus hijos el viaje a Eurodisney con el que llevaban soñando meses, universitarios que volvían a casa para visitar a sus familiares; y millones de personas que, seguramente, han hecho un esfuerzo para comprar su pasaje, y que se enfrentan al riesgo de no recibir ninguna compensación económica por este desagravio.
Ya no es que sea un delito; es que es un insulto, una ofensa. Si estuviera en mis manos, ahora mismo todos esos "individuos" (por no mentar ni a sus madres ni a sus difuntos, que poca culpa tienen, la verdad) estarían relevados de empleo y sueldo; en la puta calle, vamos, y en su lugar colocaría controladores militares, que están igual de bien formados, si no mejor, y son funcionarios como otros cualesquiera, al servicio del Estado.
¿Quién va a hacerse cargo de todos los costes que genera esta situación? ¿Los controladores, con sus sueldos millonarios? Y no me refiero sólo a los costes económicos a corto plazo (indemnizaciones, etc.), sino a los efectos que podrían tener a largo plazo. En medio de esta situación, la desconfianza internacional con respecto a España no hará sino aumentar, con sus correspondientes resultados en la Bolsa española; a lo que se añade el hecho de que serán las aerolíneas las que tengan que afrontar los costes. ¿Y quiénes serán los que sufran las consecuencias, los grandes directivos trajeados de estas compañías, o los empleados de a pie, los prescindibles, los que están a pie de campo, la primera línea de tiro?
Como ya he dicho, esto pretendía ser un pulso contra el Gobierno. Pero se les ha ido de las manos, porque esto ya no es algo entre el ejecutivo y el sindicato de controladores. Ahora tienen a la gente en contra. Más le vale al Gobierno poner a estos desgraciados en su sitio y no ceder, porque los ciudadanos no vamos a hacerlo. Ya es hora de que dejen de tomarnos por el pito del sereno. No somos carne de cañón.
No es ETA, y tampoco Al-Qaeda. Son los controladores aéreos. Recién entrada la tarde, alrededor de la una o las dos, los controladores han empezado a desfilar por los servicios médicos de los aeropuertos, reclamando bajas médicas alegando que se encuentran bajo altos niveles de estrés y presión. Como consecuencia, en este momento, apenas quedan controladores operativos (alrededor de un 30%), llegando al extremo de que el espacio aéreo español está CERRADO.
Tengo que controlar mis manos para que no tiemblen encima del teclado. De rabia. Escribo cada palabra con precisión milimétrica, para que no se me escape el vómito de improperios que ahora mismo pasa por mi mente. ¿Cómo se atreven? Ni siquiera han tenido la mínima decencia de convocar una huelga legal. A través de estas bajas generalizadas, que han comenzado sin previo aviso, han desatado el caos: los pasajeros no han tenido tiempo de cancelar los pasajes, no hay servicios mínimos, los aeropuertos están colapsados, la gente no se sabe si quedarse o si irse a casa; y al no tratarse "propiamente" de una huelga, la desinformación reina entre el personal y los pasajeros. Vamos, que nadie sabe qué coño está pasando, si se me permite la expresión.
¿Pero qué se creen? ¿Que no vemos sus artimañas? ¿Que no sabemos que lo que están haciendo es ilegal? ¿Que nacimos ayer? ¿O que nos chupamos el dedo? ¿Que creen, que son imprescindibles, que pueden paralizar el país cuando les venga en gana, cuando se les cruce el cable, cada vez que se les rompa una tripa? ¿Quién demonios se creen que son, Dios?
Esto es un pulso contra el Ejecutivo, un "a ver quién puede más". Nunca he dicho que este gobierno sea perfecto o infalible. Pero en esto estoy de su parte. Si esos indeseables creen que pueden amenazar al Gobierno, que pueden echarle un pulso, retarlo ("¿y qué pasa si nos vamos?"); están muy equivocados. Hoy, por Dios, es el inicio de un puente de cinco días, puente que sin duda muchas familias iban a aprovechar para viajar: parejas que querían escaparse, padres que iban a ofrecer a sus hijos el viaje a Eurodisney con el que llevaban soñando meses, universitarios que volvían a casa para visitar a sus familiares; y millones de personas que, seguramente, han hecho un esfuerzo para comprar su pasaje, y que se enfrentan al riesgo de no recibir ninguna compensación económica por este desagravio.
Ya no es que sea un delito; es que es un insulto, una ofensa. Si estuviera en mis manos, ahora mismo todos esos "individuos" (por no mentar ni a sus madres ni a sus difuntos, que poca culpa tienen, la verdad) estarían relevados de empleo y sueldo; en la puta calle, vamos, y en su lugar colocaría controladores militares, que están igual de bien formados, si no mejor, y son funcionarios como otros cualesquiera, al servicio del Estado.
¿Quién va a hacerse cargo de todos los costes que genera esta situación? ¿Los controladores, con sus sueldos millonarios? Y no me refiero sólo a los costes económicos a corto plazo (indemnizaciones, etc.), sino a los efectos que podrían tener a largo plazo. En medio de esta situación, la desconfianza internacional con respecto a España no hará sino aumentar, con sus correspondientes resultados en la Bolsa española; a lo que se añade el hecho de que serán las aerolíneas las que tengan que afrontar los costes. ¿Y quiénes serán los que sufran las consecuencias, los grandes directivos trajeados de estas compañías, o los empleados de a pie, los prescindibles, los que están a pie de campo, la primera línea de tiro?
Como ya he dicho, esto pretendía ser un pulso contra el Gobierno. Pero se les ha ido de las manos, porque esto ya no es algo entre el ejecutivo y el sindicato de controladores. Ahora tienen a la gente en contra. Más le vale al Gobierno poner a estos desgraciados en su sitio y no ceder, porque los ciudadanos no vamos a hacerlo. Ya es hora de que dejen de tomarnos por el pito del sereno. No somos carne de cañón.
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